26 noviembre 2011

Reflexiones sobre la humildad - Lucía Gayón

Encuentro que la humildad es una virtud. No es algo que viene en el paquete de personalidad 
o del carácter; tampoco es algo por el que hacemos "campañas" para hacernos humildes.

Es una virtud, una Gracia, que tiene la peculiar característica de manejarse como una sutil y 
fina línea, como un punto de equilibrio, que surge ahí de pronto en nuestras vidas, que ni 
nosotros mismos nos damos cuenta de ello. En nuestra condición humana, esta virtud puede
estar  presente en ciertos momentos de nuestra historia pero puede también convertirnos 
en personas humildes - y creo que siempre es en la dimensión divina - sutil y suavemente. 

Su fina línea consiste en que al percatarnos de que "somos humildes", de cierta forma como 
que se pierde el encanto. Es también como cuando al meditar nos percatamos que hemos
estado en un profundo silencio - al tomar esa conciencia simplemente regresamos a la
repetición de nuestra palabra sagrada.

Entonces la humildad, como la meditación, es un regalo del alma que ocurre solo en la 
dimensión divina. Percatarnos de ellos nos lleva entonces a volver a centrarnos en lo importante - El!  Creo que nos hacemos receptivos a las virtudes, a la Gracia cuando nos abrimos para recibirlas. Y en esto creo que la Meditación Cristiana es una forma para hacerlo. 

Ahora bien, tampoco meditamos por ello.  Meditamos porque Cristo es nuestra realidad, 
en El somos, de El surgimos.

Meditamos por Amor.




1 comentario:

Anónimo dijo...

Me encanta cuando dices que "si nos percatamos que somos humildes, todo pierde su encanto" ¡es verdad! cuántas veces hemos dicho: "esta persona es humilde y se nota porque ni ella misma se da cuenta". Eso hace que la amemos y aprendamos de ella. Este fruto del Espíritu, la humildad,la va modelando Dios en el interior de quienes entran en el Silencio y acogen lo que llega, sin exigir, sin poner condiciones... porque confían y aman.
Sí... Meditamos por Amor!!
Muchas gracias, Lucía.
Inma.