30 noviembre 2011

Violencia - Enrique Lavín

En México hemos estado sujetos a una violencia indiscriminada. 

Las noticias se han convertido en estadísticas espantosas que  - a no ser que nos afecten directamente - convertimos en números simplemente. Si fueron 10 o 12 los afectados por la violencia en tal ciudad, 15 o 20 los de aquél otro lugar, o 30 o 40...

En el anonimato de los números, nos hemos ido permeando de esta terrible realidad y poco a poco nos hemos dejado convertir en una sociedad violentada y violenta.

Nuestra defensa ha sido interiorizarnos pero a la vez nos hemos despersonalizado. Hemos cambiado de ser un pueblo confiado y abierto y nos hemos convertido en vez en seres aislados, desconfiados y temerosos.

Hemos dejado que la violencia nos secuestre. Nuestra actitud hacia el otro se ha vuelto cerrada, desconfiada y resentida.
 
Hemos entrado en un círculo vicioso, donde nuestra interacción cotidiana se vuelve ofensiva y grosera aun en los detalles pequeños: nos escondemos atrás del periódico, evitamos la mirada del que nos pide ayuda, le volteamos la cara y con un ademan violento lo pretendemos borrar de nuestro entorno. La reacción se vuelve igual o peor, el disgusto y el resentimiento aumentan y nos llenan de congoja el corazón. 

Tenemos que recuperar esta dimensión espiritual que extraviamos y la manera de hacerlo es buscando una mayor profundidad contemplativa en nuestras vidas, un encuentro real, vivificante y diario con Jesús resucitado vivo en nuestro corazón.

Creo que así como hemos llegado a esta situación, poco a poco la podemos revertir.  Es cuestión de tiempo pero también de acción. Cada momento de nuestra meditación se va sumando y poco a poco vamos a ir logrando cambios y recuperando espacios.

Estoy convencido de que podemos cambiar nuestra situación actual y regresar a ser de nuevo una sociedad optimista y alegre que pueda ver a Cristo en el otro y en lo otro a la vez que ser Cristo para el otro. Hagamos reales las palabras de Jesús: "Padre, que sean uno como Tu y Yo somos uno..."

En esta temporada de Adviento que inicia ahora, preparémonos para la Navidad con la alegría y la esperanza que nos da el contacto con la Fuente de Vida en nuestra meditación diaria y poco a poco, día con día, vayamos iniciando el cambio.

Paz y bendiciones,



Enrique Lavín

1 comentario:

martín dijo...

Gracias Enrique por este testimonio.No sabes lo cercano que está tu reflexión a mi pensamiento.Esto también sucede en Argentina.

Pero es más sutíl todavía,nos convencen que somos exitosos,si tenemos dinero,autos,o hacemos ostentación,esto también nos separa de nuestros hermanos.

Somos hijos de Dios,redimidos,todos llegamos al Padre,sin distinción.

Los sistemas mundiales,trasladan su caos y desequilibrio creando muerte,pero nosotros debemos velar como testigos del Amor de Dios,"DANDO VIDA",siempre sin desfallecer.

Seamos constantes en la meditación,tengamos la certeza en nuestra disciplina de repetir el mantra,crearemos una luz mas fuerte.

Somos testigos de SU TRIUNFO:Dios es AMOR.Gracias Martín