20 marzo 2012

Ser discípulo de Jesús - Lucía Gayón

Reflexión del Capítulo El Sermón de la Montaña del libro Jesús de Nazaret, Joseph Ratzinger

Entender a Jesús es caminar con El y ver los acontecimientos de mi vida en unidad con El.  Para mi saberme discipulo de Jesús es algo que me ha costado trabajo creer.  ¿Qué es realmente ser discípulo?
De acuerdo al diccionario:     Persona que recibe enseñanzas de un maestro o que sigue estudios en una escuela: Jesús de Nazaret tuvo muchos discípulos, de los cuales doce fueron los apóstoles.
Etimología:  La palabra discípulo viene de la palabra en latín discipulus y este de discere, o (aprender) , o sea el que aprende y se deja enseñar.
La palabra disciplina también deriva de la palabra discipulus en el sentido del orden necesario para aprender.
En el Sermón de la Montaña ocurre una gran reunión de personas que siguen a Jesús y que quieren aprender de Él, quieren escuchar su Palabra.   Como lo escribe el Papa en el texto:  "Todo el que escucha y acoge la Palabra puede ser discípulo".

Me encanta el texto de este capítulo en cuanto a que el autor como que toma una fotografía de Jesús, de pié en esa montaña enseñando.  Enfatiza algo importante:  "El Jesús que enseña es a la vez el Jesús que salva".

Entonces el discipúlo que está dispuesto a dejarse enseñar, es salvado!

Me preguntaba yo estos días que significa eso de ser salvado?  Según las imágenes de mi educación religiosa, somos salvados del pecado.  Me atrevo a pensar que la salvación es algo mucho más profundo que salir del pecado (cierto, lo incluye)  - creo que la salvación tiene que ver también con entrar al Reino de los Cielos, a vivir en profundidad el gozo de la presencia de Dios en nuestro corazón y vivir a partir de El. 

Creo que somos salvados cuando aceptamos escuchar y acoger su Palabra, y aceptamos tambien que somos sus discípulos.  Somos salvados de lo que nos ata (que no necesariamente le llamo pecado), pero por ejemplo, nuestras montañas rusas emocionales; nuestras contradicciones por ignorancia o por inseguridad; nuestras distracciones porque estamos demasiado ocupados; nuestra falta de enfoque porque nos cuesta trabajo seguir una disciplina; por nuestros olvidos involuntarios que nos hacen tratar al otro con indiferencia, como si no existiera.

Somos salvados de las limitaciones de lo que para nosotros significa ser "humano".  Salvar, entrar al reino, es ver nuestra realidad divina, que somos especialmente invitados, elegidos para ser sus discípulos; que somos especialmente elegidos para ser sus representantes; que somos elegidos para que El nos llene de su Amor.

Despertamos a esta Realidad única en la que reconozco y abrazo el manto que El me regala - el manto de ser su discípulo.



Lucía Gayón

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