07 marzo 2012

Testimonio de la Gracia - Carlos Alberto Gil Ravelo

Queridos hermanos:
Tenía entonces 36 años, estaba casado y nuestros hijos tenían entonces, 5 y 2 años.
 
El trabajo absorbía todas mis energías y estaba empeñado en darle a mi familia todo el confort posible, pero, ¿a qué costo?
 
Una mañana desperté con un fuerte dolor en mi brazo izquierdo y cuando salí de mi casa sufrí una intensa opresión en mi pecho.
 
En lugar de volver a mi casa seguí camino de mi trabajo para lo cual tenía que tomar dos buses y el trayecto duraba más de una hora. Durante el mismo volví a sufrir otras opresiones pero, no obstante continué viaje.
Cuando llegué al trabajo y le referí las circunstancias al médico me envió de inmediato, pese a mis protestas, a un chequeo total que finalizó con mi internación, un diagnóstico de angina de pecho que no llegó a ser un infarto y una indicación de resposo por tres meses. Durante todo ese tiempo mi "locura" me impedía tomar conciencia de mi situación.
 
Hasta que, una tarde, sólo en mi casa, recibí la gracia de tomar conciencia de que aquel día podía haber muerto y el Señor me habría preguntado qué había hecho con los dones recibidos. Alejado desde hacía más de 20 años de cualquier práctica religiosa regular me dí cuenta que había procedido como el hijo pródigo: había desperdiciado la herencia recibida en valores espirituales en vulgares ídolos materiales. Ese fue el momento de mi "metanoia" y el comienzo de regresar a la casa de mi Padre.
 
Fraternalmente,
 
 
 
 
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