Creo que la prudencia es uno de los frutos de la meditación diaria. Es
ser vigilante de mi decir y mi hacer. El silencio y la quietud fomentan
y promueven cambios en mi persona, modela en cierto modo mi
personalidad, porque al encontrarse el alma sosegada y serena, prolonga
este estado en el resto de mi quehacer diario, asi me encuentro en calma
y no me cuesta ser prudente en las palabras sobre todo y también en las
obras.María Rosa
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