Hoy
me dispongo a escribir para poder ayudar a quien lo necesite y también,
para ayudarme a mi, puesto que me hace bien, llegar a ser útil a
alguien y mucho más, si es alguien con quien no nos conocemos.
Espero que aunque más no sea un granito de arena, en la superación quien lo precise.
Hoy hablo de la persistencia. La que debemos mantener, cuando aun no hemos visto la
salida, ni logrado la conquista. Esa que debamos alimentar, cuando no
podemos asirnos a nada. Cuando nos llega la desesperación y lo más que
queremos es dejarnos llevar por la corriente y dejarnos estar.
Es en ese momento en que debemos persistir, continuar,seguir. Y no
dejarnos llevar por la autocompasión, que es la primera que aparece,
cuando el ego se siente herido. Tampoco debemos dejarnos llenar de rabia
y enojo. A estos solamente dejarlos pasar y pensar en el Amor.
¿Y como hacemos para pensar en amor, en un momento de desamparo e
injus- ticia? Lo primero es aceptar, que no es lo mismo que resignarse.
Aceptar que todos somos humanos y todos somos imperfectos, pero por
sobre todas las cosas, con nuestros errores y devilidades, con nuestras
enormes diferencias, todos somos hijos de Dios y el hecho que algunas
personas no se den cuenta de ello, es para un sentimiento de compasión y
no de ira. Y aunque sea sumamente difícil, de Amor.
Alimentemos el Amor por sobre todas las cosas.
El Amor a Dios. El Amor a la vida, a cada cosa y situación que nos
encontramos en nuestro camino. Amor por cada día que comenzamos y cada
respiración que podemos dar. Amor por quienes nos rodean, pero también
por aquellos que no quieren estar a nuestro lado y por supuesto, por los
que ya no están.
Y saber que cada tropezón, aunque duela es
para aprender, cada caída, toda angustia, todo llanto que corre por
nuestra cara, nos permite crecer y, estar más cerca de Dios.
Porque Dios es toda la sabiduría del Universo, es el Amor pleno, la
ternura, la justicia. Y nosotros para acercarnos a Dios, debemos dejar
de ser gobernados por el ego, por la envidia, por el despecho, por el
afán de juzgar y, debemos intentar cada día un poquito más, comprender,
aceptar y sobre todo Amar, con paz.
Como cuando meditamos, no
podemos pensar que nuestro vecino nos molesta con la música alta, o que
nos robaron dinero en la calle, o que me apreté los dedos en la puerta
y, estar meditando a la vez. Solamente debemos dar un tiempo para la
calma y cada vez que venga una idea nueva, cuando nos damos cuenta,
dejarla ir y volver a nuestro lugar sagrado. Un segundo, dos, luego
tres, hasta que sin darnos cuenta llegamos a un minuto y después
seguimos adelante.
Dios está en todos lados, no
podemos encerrarnos en el dormitorio y pensar que Dios no nos ve o que
no está allí. Dios está en cada rincón del Universo, en cada átomo y
sobre todo dentro de nosotros, porque somos parte de Él.
Entonces busquemoslo en nuestro interior, en paz y con serenidad.
Meditando en pos de su encuentro. Persistir, volver
una y mil veces a nuestro silencio interior, hasta que logremos que con
tan sólo nuestra palabra sagrada, se comiencen a abrir todas las
puertas y comencemos a comprender e iluminar cada pensamiento y nuestra
vida toda.
Persistan en su práctica. Persistan en
su camino al encuentro de Dios, Amen profunda y sinceramente.
Agradezcan cada instante vivido, cada cosa que hay en nuestra vida, sin
juzgarla, solamente agradeciendo que nos fue dada e intentando entender
por qué está.
Dios los ama.
Que Dios los bendiga, llene sus vidas de abundancia y los aparte del dolor.
Jorge Cibic
Publicado por:
www.permanecerensuamor.com
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