Navidad, es finalmente afinar el oído para Dios, permitirnos el silencio expectante en nuestra alma, adorando y contemplando Su misterio en nuestra vida, en la vida del vecino, del amigo, de nuestros seres queridos. En ese silencio reverente está Dios hablando. Es preciso pedirle hoy a Aquel que es Hoy y siempre con nosotros, que nos haga capaces de escucharlo, de amarlo y permanecer dentro del mundo sin perder esa sintonía amorosa. Felicidades y plenitud en Él para todos los meditadores.
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