Cuántas cosas nos ofrece el mundo para encontar la felicidad. Cada día nos volvemos más sofisticados en la búsqueda de esa felicidad y las "soluciones" son tan complejas y difíciles que rayan con lo imposible, incluso, con la destrucción de la misma felicidad.
Nos fabricamos creencias para justificar nuestras acciones - adoramos a los ídolos, a los símbolos, a la materia, a lo que nos causa placer inmediato, a las sensaciones por las sensaciones mismas, a promesas vacías, a sueños efímeros. El hombre busca desesperadamente algo que lo haga feliz y no sabe por donde buscar porque además, hay tantas opciones de felicidad que termina confudido o probando cada una, y llegando solo a estados temporales de una pseudofelicidad que lo dejan vacío y triste.
La oración es la respuesta a nuestra felicidad - pues el camino de la oración es un camino de gozo. En la oración aprendemos a gozar - y no es el gozo en sí la misma felicidad?
La meditación cristiana es una fórmula que nos entrena al gozo - y si queremos gozar plenamente, debemos practicar nuestro gozo todos los días. Por eso meditamos diario, para que el gozo, la felicidad, sea la realidad de donde partimos, la realidad de todo nuestro día, de nuestro trabajo, de nuestras acciones, de nuestras relaciones con otros, de nuestra identificación con Jesús.
Por eso meditamos!
Lucía Gayón
Publicado por:
www.permanecerensuamor.com
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