El fruto del amor de Dios en la Meditación es saberse cada día más amado, confiado y a la espera de algo mejor!
Él me revela a mi misma, y eso en la práctica se transforma en lo mejor que puedo dar a los demás.
Qué Dios los bendiga con su Amor misericordioso!
Patricia
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MEDITACIÓN CRISTIANA, CAMINO A LA ORACIÓN CONTEMPLATIVA. La Meditación Cristiana es un camino a la Oración Contemplativa que nos lleva al encuentro personal con Cristo en nuestro corazón. Estamos llamados a hacer este descubrimiento que es el mismo que de tantos santos. Es una disciplina centrada en Cristo que requiere lealtad, compromiso y Amor. Estás invitado a compartir el regalo de tu experiencia - nos encantará leerte! Manda tu escrito a: lucia@permanecerensuamor.com
28 febrero 2013
18 febrero 2013
¨Pero la más grande de todas es el Amor" - Susana Carosella
Me llego profundamente la carta del Padre Main, donde dice nuestro origen está en el amor y nuestra culminación está en el amor porque solamente el
amor sabe, me
recuerda Corintios 1,cap 13, Vs.13 " Nos quedan tres cosas:la fe, la esperanza, el amor.
"PERO LA MÁS GRANDE DE TODAS ES EL AMOR".
Si todos comprendieramos estas palabras, seriamos mejores y muy
felices.-
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15 febrero 2013
La Oración es el Movimiento del Espíritu Santo - Lucía Gayón
Meditación Cristiana, Oración Centrante,
Oración del Corazón, Oración en Silencio - son los caminos que nos
llevan a vivir y a realizar la Oración Contemplativa.
La Oración es movimiento es el mismo Espíritu Santo en acción - porque la vida no es estática, porque nos percatamos de la esencia a través de la forma, a través del símbolo y de la señal. La palabra sagrada de nuestra meditación es el símbolo sagrado como lo es el agua para el Bautismo o el pan para la Eucaristía.
Señales de Amor, finalmente....
Lucía Gayón
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La Oración es movimiento es el mismo Espíritu Santo en acción - porque la vida no es estática, porque nos percatamos de la esencia a través de la forma, a través del símbolo y de la señal. La palabra sagrada de nuestra meditación es el símbolo sagrado como lo es el agua para el Bautismo o el pan para la Eucaristía.
Señales de Amor, finalmente....
Lucía Gayón
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Testimonio de Patricia Di Marzio
Hola Lucía, que buenas tus palabras, yo ahora estoy descubriendo todo un
camino espiritual desde Jesús, que pareciera que antes solo se quedaba
en el dogma de la Iglesia, que es totalmente válido, necesario y
formador, pero lo espiritual paradojicamente quedaba medio relegado. Por
suerte y gracias a Dios estoy encontrando sacerdotes que van por ese
camino y al transmitirlo en cada Homilía te dejan pensando y sobre todo
sintiendo más a Jesús Vivo, culminando con la sagrada Eucaristía que es
el verdadero alimento, "Yo soy el camino, la Verdad y la Vida" como Él
mismo dijo. Respecto a mis meditaciones, a veces pareciera que estoy
todo el día meditando, con Jesús allí acompañándome y además me tomo
otros momentos del día para estar más conectada, tal cual como me decís
vos, sin recetas, relajándome en mi forma de llegar a ese estado. Creo
que voy bien!!
Patricia Di Marzio
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Patricia Di Marzio
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11 febrero 2013
Cuando la llama del llamado se debilita - Lucia Gayon
A veces podemos sentir como que la llama
del llamado se atenúa, o se debilita. A veces no sentimos a Dios, o
baja nuestro entusiasmo, o no vemos los resultados que esperábamos, a
veces, desfallecemos.
Percatarnos de este estado y de dejarnos
sentir reconociendo lo que nos ocurre, es un momento de Gracia. Pero,
¿qué hacer cuando me siento así?
Creo que es importante abrazar el momento
difícil, la tristeza, la desilusión, el sentimiento de abandono - ayuda
también el poder expresarlo,comunicarlo a alguien de nuestra confianza.
Es importante reconocer que es un momento
de Gracia porque es en lo ordinario de nuestra humanidad que ocurre lo
extraordinario de la divinidad. Alabar ´ese´ momento permite
percatarnos que la Gracia penetra en nosotros.
Por eso volvemos a nuestra meditación
diaria - para que entre los fragmentos de lo que nos duele o lo que
desanima, se haga presente el momento de Amor - lo único que nos
purifica y que nos salva.
Lucía Gayón
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10 febrero 2013
Navega Mar Adentro - Artículo compartido por Clarita
Todos los domingos el padre Rafael Del Blanco escribe en el diario y por supuesto que soy lectora habitual de sus expresiones.
Fijate que mientras leía hoy me vino a la mente tu nombre y me dije porqué no compartir tan lindo testimonio.
Realmente el mar es una de las maravillas dadas por el Creador para que admiremos; particularmente su movimiento me transporta la mirada hacia ese horizonte de calma pero también de fortaleza y coraje que Dios en su presencia transmite. Así lo inconmensurable se transforma en Presencia, Principio y Final de su Amor Incondicional.
Son momentos vividos tan armoniosamente que mi corazón se desnuda de todo ego, de toda razón para vibrar en un estado de solo EL.
Nuevamente Dios derrame bendiciones.
AVEGA MAR ADENTRO
Fijate que mientras leía hoy me vino a la mente tu nombre y me dije porqué no compartir tan lindo testimonio.
Realmente el mar es una de las maravillas dadas por el Creador para que admiremos; particularmente su movimiento me transporta la mirada hacia ese horizonte de calma pero también de fortaleza y coraje que Dios en su presencia transmite. Así lo inconmensurable se transforma en Presencia, Principio y Final de su Amor Incondicional.
Son momentos vividos tan armoniosamente que mi corazón se desnuda de todo ego, de toda razón para vibrar en un estado de solo EL.
Nuevamente Dios derrame bendiciones.
AVEGA MAR ADENTRO
del Padre Rafael Del Blanco, columnista del diario Norte de
la ciudad de Resistencia (Chaco – Argentina), domingo 10 de febrero de 2013
Navegábamos desde las islas del Rosario, mar adentro, y
hacia las costas de Cartagena de Indias, en Colombia. Estuve al menos una vez
en mi vida mar adentro, en un viaje que no fue tan apacible porque teníamos un
mar muy agitado. La barca era agitada por las olas en un espectáculo
estremecedor ya que el mar parecía un monstruo cuyas olas con sus crestas
embravecidas parecían querer devorarnos; en cualquier lugar donde depositábamos
la mirada veíamos olas; estaban atrás, adelante, a la izquierda, alla derecha,
olas inmensas, como muros que se levantaban, amenazadoras contra la barca.
Ésta, con sus motores en máxima potencia, trepaba las olas para descender
violentamente, cayendo aveces en el vacío, y otras, como galopando entre las
lenguas de agua que por momentos parecía estar a punto de aplastarnos.
Afuera de la barca, las ráfagas de viento rugían como truenos
y movían las aguas hasta expulsar a los peces fuera de la superficie, peces de
todos los colores y dimensiones volando por
los aires; era un espectáculo al mismo tiempo maravilloso y de terror,
porque estábamos muy asustados en medio de ese inmenso mar agitado.
Cerrábamos los ojos y en medio del temor, con esperanza,
suplicábamos a Dios que nos llevara a la costa para que la barca llegara al
puerto y a tierra firme.
¡Qué pequeños nos sentíamos frente al poder de la
naturaleza!, barquito de papel, necesitados de Dios en medio de la tempestad.
Este viaje épico que tuvo final feliz, se transformó en la gran metáfora de mi
vida.
Un día cualquiera el Señor se aproximó a mi orilla que
estaba desolada y triste. Igual que Pedro, Santiago y Juan, yo también escuché
aquella sugestiva invitación:
“Navega mar adentro y
hecha las redes”.
Sin entender mucho lo que significaba esa invitación, decidí
aceptar esa propuesta y remé mar adentro con mis frágiles y humildes redes.
Casi después de veinte años de navegar en ese mar, he tenido
las más variadas experiencias, que tienen que ver con la vida y con el
ejercicio de mi ministerio sacerdotal. He atravesado por mares calmos, plagados
de la serenidad y de la hermosura, donde era tan sencillo contemplar el
misterio del amor de Dios; me he encontrado también en mares tormentosos,
surcando tinieblas, sin observar ni una sola estrella y a tientas remando en la
oscuridad; he sentido en tantos tramos de este viaje el trueno intimidante de mis dudas y de mis
miedos, que como ráfagas amenazantes ponían a mi viaje grandes interrogantes
sobre la posibilidad de llegar a destino.
No hay puertos ni costas que se avizoren cuando vamos
navegando en medio de la tempestad y de las tinieblas. He surcado también los
mares del gozo, de la plenitud, de la nostalgia, del fracaso, de la
contradicción y el Señor ha estado siempre conmigo. Seguro timonel de mi frágil
barca de papel, Jesús ha viajado siempre conmigo. Él fue el conductor, nunca
fui yo el protagonista de ese viaje. Él fue la brújula, el timón y la gran vela
empujando mi existencia hacia el puerto seguro de su amor.
Y seguimos remando, y
seguimos amando, los dos juntos. porque la historia del hombre no es nunca “de a uno”, sino “de a dos”, “yo y mi Dios”,
la cosa es “entre nosotros dos”.
El presente de este viaje en
este tiempo es calmo, muy mar adentro y tan sobreabundante en la pesca; sé, sin
embargo, que el mar puede levantarse de nuevo en cualquier momento y sacudir la
barca de papel que navega mar adentro del misterio de Dios.
También sé, que luego de casi veinte años de una
aventura inolvidable, nada, nadie, nunca podrá sacar a Dios de mi vida; ni Él a
mí; ni yo a Él. Es una cuestión de amor, es una cuestión de honor, y, por sobre
todas las cosas, es una cuestión de fe.
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08 febrero 2013
Testimonio de Carmen María Magdalena Martorella Nelli
Te hago llegar mi comentario acerca de la práctica de la meditación. Yo
encontré en ella algo que hace mucho buscaba, sin saber qué era. A mi me
gusta mucho todo lo relacionado con el acercamiento a Dios mi creador, y
además de la Santa Misa, la celebración de la Palabra y recibir la
Comunión, buscaba algo más, una forma de acercarme o de vivir la
espiritualidad con mayor profundidad. Asistí a Misas Carismáticas,
grupos de oración ante el Santísimo Sacramento y reuniones para
profundizar la Fe y el conocimiento. Lo que buscaba lo encontré en la
práctica de la oración silenciosa. Siento la necesidad de ponerme un
poco por día en la presencia de Dios que está en mí y en todo el
universo, en cada lugar y cada persona creada por su Amor. No hablo de
visiones ni de mensajes especiales. Lo que recibo se podría representar
como la exposición a la luz que nos da energía. Solo me llamo a
silencio, a
quietud y me pongo a su santa disposición. Y de esos minutos extraigo
la paz y las fuerzas para seguir haciendo lo que Él dispuso para mí en
ese día. Ese ratito es para mí y deseo disfrutarlo en la más absoluta
intimidad, en mi interioridad, y hacerlo de otra manera se convertiría
en una más de las prácticas piadosas que conozco, una mejor que otra,
pero esta me sedujo porque me permite entrar en soledad a lo más
profundo de mí misma. Demás está decir que las reflexiones que me mandas
me ayudan muchísimo a proseguir en el camino emprendido. ¡El Señor te
retribuya ampliamente por tu apostolado! Yo te envío mis más afectuosos
saludos, me uno a tí en tus oraciones y permanezco en Cristo.
Carmen
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Carmen
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