CON JESÚS
Al comenzar la cuaresma me gusta recordar que es un camino
hacia la Pascua, con Jesús. También me gusta darme cuenta que se trata
de dejarme llevar por el Espíritu, como Él. Justamente el Evangelio
del primer domingo de cuaresma así lo dice este año: “Fue llevado al
desierto por el Espíritu”. Ya no se trata de acciones que me propongo
más o menos en plan “penitencia” o “sacrificio”. Es dejar lugar a que
también a mí me conduzca el Espíritu, es convivir con Jesús, aprender de Él experimentarle junto a mí, caminar con Él.
Jesús… Fue una gran suerte para sus contemporáneos estar con Él,
hablarle, escucharle… poder compartir ratos, comidas, verle orando,
verle actuar y compartir con Él la vida cotidiana. Pero a la vez esa
suerte se truncó. Jesús murió. No; lo mataron, lo ejecutaron como si
fuera un criminal. Y esa experiencia también la vivieron ellos. Sé que
les costaría mucho experimentar la resurrección. No creo que fuera
instantáneo. Una experiencia como la muerte no es cualquier cosa. Yo
creo que necesitaron silenciarse mucho para activar la fe y el amor, y
darse cuenta de que JESÚS VIVE, porque Dios es quien le da la vida. Y
acto seguido, comprender que también a ellos, también a mí, nos la da.
Estamos inmersos en su Vida y tenemos que morir a esta forma de vida,
que es tan bella, que tanto amamos y que tantos quebraderos de cabeza
nos trae.
¿Qué ventaja tengo yo, respecto a quienes convivieron con
Jesús? ¿Tengo alguna? No lo sé. Quizá se me ha ahorrado la tremenda
frustración de ver morir injustamente a alguien en quien había puesto
toda mi esperanza. Pero, entonces, ¿cómo convivir con el mismo Jesús,
real, que vive siempre en la vida de Dios, que me enseña exactamente lo
mismo que hace 2000 años a sus gentes, que me llama como a ellos, que me
atrae, como les atrajo a ellos?
Es necesario que silencie mucho
todo lo que estorba a la plena manifestación de su Espíritu. Y esto
sólo lo puedo hacer dejando un espacio temporal a ese SILENCIO en mí.
Jesús vive para siempre la vida de Dios y es quien nos muestra a Dios.
“Fijos los ojos en Jesús, que inició y completa nuestra fe…” Quiero
poner de mi parte esos espacios de SILENCIO, donde no importa nada de lo
que yo pienso, sino que hago dentro de mí los despojamientos
necesarios; que el Espíritu de Jesús está derramándose constantemente, y
es necesario dejarme empapar por Él.
Creo firmemente que esta
escucha al Espíritu en mi interior, donde resuena Su Palabra, esta
convivencia espiritual con Jesús me va haciendo capaz de ser más
generosa, de ver con otros ojos la realidad, de poner mi vida cada vez
más y mejor a disposición de quienes más injustamente han sido tratados…
lo creo y lo deseo de todo corazón.
Inma Martí Seves
Publicado por.
www.permanecerensuamor.com
MEDITACIÓN CRISTIANA, CAMINO A LA ORACIÓN CONTEMPLATIVA. La Meditación Cristiana es un camino a la Oración Contemplativa que nos lleva al encuentro personal con Cristo en nuestro corazón. Estamos llamados a hacer este descubrimiento que es el mismo que de tantos santos. Es una disciplina centrada en Cristo que requiere lealtad, compromiso y Amor. Estás invitado a compartir el regalo de tu experiencia - nos encantará leerte! Manda tu escrito a: lucia@permanecerensuamor.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario