Cuando pensamos en la palabra "sanidad" pensamos en sanidad del cuerpo, de la mente o de las emociones. En este escrito, me enfocaré en la sanidad del cuerpo.
A veces tenemos la falsa idea de que negar el cuerpo es algo sano, es como producto de una idea de sacrificio y de negación.
El cuerpo es el vehículo que Dios nos regala para poder hacernos presentes. Solo el cuerpo está totalmente insertado en el presente, cosa que no ocurre con la mente o con las emociones.
Negar el cuerpo es negar nuestra integridad y el maravilloso vehículo que Dios nos ha regalado - que aún, en su imperfección, es perfecto en sí. San Pablo escribía que el cuerpo es el templo del Espíritu Santo.
Entender el cuerpo como templo implica una responsabilidad y es la de cuidarlo, de nutrirlo, de armonizarlo a través del ejercicio, de la oxigenación, de los alimentos - de darle descanso y esparcimiento. De atenderlo cuando algo falla; de disciplinarlo para que pueda cumplir sus funciones en las diferentes etapas de nuestra vida, incluyendo la etapa de la enfermedad o la última etapa.
La armonía del cuerpo ayuda a armonizar las emociones y los pensamientos. Y esta armonía se logra a través de un conjunto diario de disciplinas, de horarios, de cuidados. Es importante emebellecer el cuerpo a través de esas disciplinas para justamente poder gustarnos a nosotros mismos como el regalo que Dios nos da - y así ser del agrado de los demás.
Apreciar nuestro cuerpo es algo que puede oscilar entre dos extremos: La negación y la exageración de su cuidado al punto que el cuerpo mismo se deforma y creamos una imágen grotesca de nosotros mismos - por ejemplo cuando nos disfrazamos de jovencitas de 16 años o de rubias sexy cuando ya tenemos 70!
Aceptar nuestro cuerpo es un acto de madurez que requiere de una observación sana de nosotros mismos. Requiere apreciar al cuerpo en sus diferentes fases y edades - ver la belleza de unas canas plateadas, o de unas arrugas sonrientes.
Es con el cuerpo que abrazamos al otro - es cómo entregamos y recibimos el Amor de Dios que manifestamos en el ser amado. Necesitamos el cuerpo para expresar la divinidad.
Lucía en Ixtapa
Publicado por:
www.permanecerensuamor.com
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