29 marzo 2013

La Paz liberadora de Cristo - María Paz Camus

En el Silencio abro mi corazón a La Paz liberadora de Cristo.

La libertad del espíritu nace en la plenitud, en el gozo de sentirse amado en un camino ilimitado. Es la luz de la verdad la que siempre nos hace retornar a nuestra libertad, que nos recuerda en la fe que se haga la voluntad del Señor.
Esta noche en Getsemaní, en Cristo soy entrega de dolor, de dolor que quema, que es dolor dulce en espera y aceptación, en la transformación de las capas de mi conciencia.

Gracias por ser ustedes quienes Son.  Gracias por vivir junto a ustedes la alegría de compartir


María Paz

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Sobre el regalo en el discurso de Jesús - Vicente de Jesús Mujica Amador

NO HAY DUDA QUE EL REGALO EN EL DISCURSO DE DESPEDIDA DE JESUS, NO ES OTRO QUE LA PAZ. "LA PAZ OS DEJO, LA PAZ OS DOY".MAS LA PAZ DE CRISTO, NO ES LA PAZ IMPUESTA POR LAS ARMAS;NI LA PAZ DEL MUNDO; ES SOBRE TODO LA PAZ DEL CORAZON CONVERTIDO AL "SR" ;PERO A ELLA NO SE LLEGA SIN TENER UNA PROFUNDA FE EN LOS DESIGNIOS DE DIOS. DE MANERA QUE LA PAZ DE CRISTO SIGINIFICA ESENCIALMENTE ESTO: "PUEDO VIVIR EN PAZ PORQUE CON UNA FE DE CARBONERO,TODA MI VIDA ,LO QUE SOY Y LO QUE ME DEPARE LA PROVIDENCIA (INCLUIDA LA MUERTE FISICA);LO HE DEJADO TODO EN SUS MANOS,PORQUE TENGO LA CONVICCION DE QUE LO QUE SEA QUE ME SUCEDA-MIENTRAS VIVA CON TODO MI SER MI ENTREGA A DIOS-TODO LO QUE ME SUCEDA SERA PARA MI BIEN, PORQUE QUIEN ES MI PADRE Y ME HA CREADO, NO PUEDE SINO DESEAR LO MEJOR PARA MI, AUNQUE TENGA ALGUNAS VECES QUE HACERME PASAR POR EL sufrimiento PARA CONFIGURARME CON "EL";PERO ENTONCES YA NO HAY DOLOR, PORQUE ES "EL" QUIEN SUFRE EN MI Y POR MI.

EN MT 11,28; NOS DICE EL MAESTRO :"VENGAN A MI TODOS LOS QUE ESTAN FATIGADOS Y SOBRECARGADOS, Y YO LES DARE DESCANSO A SUS ALMAS. ALLI ESTA LA CLAVE,EN LA FE EN JESUS , ES UN DESCANSAR TODO MI SER EN "EL" Y DEJAR QUE SEA "EL" QUIEN ESTE AL MANDO DE MI NAVE.ES PARA DECIRLO CON PALABRAS DE SANTA MARAVILLA DE JESUS : "LA FELICIDAD DE ESTAR COLGADOS DE LA PROVIDENCIA DE JESUS.."

SAN PIO DE PIETRELCINA NOS DEJO ESTA ORACION DE ENTREGA A LA PAZ DE DIOS :

"PADRE,TU CONOCES MIS NECESIDADES Y PREOCUPACIONES.DAME LA SERENIDAD PARA ACEPTAR LAS COSAS QUE YO NO PUEDO CAMBIAR, EL CORAJE PARA CAMBIAR LO QUE PUEDO SER Y LA SABIDURIA PARA SABER CONOCER LA DIFERENCIA. TE ENTREGO A TI, MIS MIEDOS,MIS TEMORES Y MI IMPACIENCIENCIA Y CON CONFIANZA ME LANZO EN LOS BRAZOS DE JESUS".


HERMANO EN XTO.
 
 
 
 
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26 marzo 2013

El riesgo de vivir - Lucia Gayón



Sobre la historia relatada el Domingo de Ramos.  En particular me llama la atención el rol de los amigos y amigas de  Jesús que expusieron su vida, que se arriesgaron a la muerte, por acompañarlo.  

En este tema hoy reflexiono sobre lo que es el riesgo de morir o el riesgo de vivir.   El riesgo de morir es solo un paso - dura  menos de un segundo - de la vida a la muerte.  Pero el riesgo de vivir dura toda una vida.  En el riesgo de vivir reflexiono sobre las acciones que nos hacen acompañar a Jesús, no solo en el camino de la cruz, sino también en el camino de su vida.

Tomar el riesgo es vivir en la Verdad - aunque a  otros no les guste.  Es tomar el riesgo del  rechazo, de que nos borren de sus listas.   Y seguir el ejemplo de aquellos hombres y mujeres valientes que no se agarraron a moquetazos, pero que se mantuvieron de pie, en la valentía del silencio haciendo presencia, que siguieron a Jesús hasta el final.

Pax,




Lucía Gayón 

 

Reflexiones de Semana Santa - Javier Gandara

Para mi el significado de la semana mayor sería acercar más el alma a Jesús desde el profundo silencio por los momentos más intensos de la pasión de su  muerte y resurrección, de tal maravilla que en Él muere mi pecado y en Él resucito a nueva vida. Crecer en la armonía crística de su amor para expandir el reino de los cielos al que nos llama desde el corazón.



Javier Gandara


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24 marzo 2013

Inicio de la Semana Santa - Inma Martí

Escuchar el relato de la Pasión según S. Lucas me ha impresionado.  Todos tienen algo que decir.  El sanedrín, los letrados, el pueblo, Herodes, Pilatos.  Todos dicen algo.  Jesús no habla.  No dice nada para defenderse.  Ahora Jesús no necesita decir nada.  Ya lo dijo durante toda su vida.  Buscando el bien y la vida plena para sus semejantes, haciéndose siervo.  Ya lo dice ahora con su silencio.  Al final tiene dos palabras, una de perdón y compasión; otra de confianza total.
 
 Me doy cuenta de cómo necesito yo hablar para defenderme,  para justificar mis actuaciones cuando siento que no son comprendidas…  Más que una enseñanza moral para mis comportamientos, que también, encuentro aquí una fuerte llamada a  adentrarme en su misterio, en su vida, en su corazón.  El silencio de Jesús me impresiona.  
 
Me impresiona también que Herodes y Pilato se hacen amigos, porque antes se llevaban muy mal.  Interpreto que se unen por conveniencia, frente a alguien por quien se sienten de pronto amenazados  (el pueblo sigue a Jesús) y después comprueban que la amenaza no es tal.  Jesús es manso y humilde de corazón.  No tiene que ver nada con los poderes de este mundo que tanto nos gustan.
 
También me ha impactado mucho escuchar que la muchedumbre había asistido a este "espectáculo".
 
Yo deseo vivir este misterio unida a Jesús, no como un "espectáculo", sino como la raíz de mi vida.  El itinerario de mi vida no está exento de muertes, de desprendimientos, de dolor a veces…  Es un camino de liberación, aunque parezca absurdo.  Quiero aprender a recibir todo en mi vida como un ¨"huésped honorable".  Sólo quien conoce y acepta el desprendimiento, la desposesión, puede sentirse libre, cada vez más libre.
 
También el himno de la carta a los Filipenses nos habla de esto.  Las primeras comunidades cristianas, a partir de haber experimentado a Jesús Resucitado en sus vidas pueden entender lo que fue su vida y su entrega y también pueden entender lo absurdo y doloroso de su pasión y muerte.  Por eso no cantan sólo su exaltación, sino cómo llegó a ella.  Se hizo siervo, por amor.  Se sometió.  Qué poco nos gusta esa palabra.  Quienes convivieron con Jesús lo pudieron comprobar.  PASÓ HACIENDO EL BIEN.  Para eso tuvo que despojarse, pasar por uno de tantos! y someterse.
 
Quiero convivir con Jesús.  Aprender constantemente de Él y ser valiente en dejar atrás mi búsqueda de afirmación.  
 
Silencio...  Camino al Amor que se hace Servicio a l@s herman@s.   Desde la confianza inquebrantable en Dios- Fuente del Amor.
 
Con un gran abrazo.   
 
 
 
 
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20 marzo 2013

Retomar la dimensión monástica - Vicente de Jesús Mujica Amador

COMPARTO CONTIGO LA ALEGRIA DE UNA NUEVA ERA PARA TODOS LOS CRISTIANOS DEL MUNDO. EL ESPIRITU SANTO SOPLA CON FUERZA EN NUESTRA DEBILIDAD Y VIENE EN NUESTRO AUXILIO.DENTRO DE ESTE CONTEXTO ,RETOMAR LA DIMENSION MONASTICA EN CADA UNO DE NOSOTROS,ES LA TAREA ESENCIAL;PORQUE SOLO ELLA NOS RETORNA A NUESTRO VERDADERO CENTRO Y EN ESE CENTRO RESIDE LA DIVINIDAD. SAN AGUSTIN SOLIA DECIR QUE EL CAMINO HACIA DIOS PASA PRIMERO POR NUESTRO VERDADERO YO. FRENTE A LA DESVIACION DEL HOMBRE CONTEMPORANEO DE SU VERDADERA IDENTIDAD ESPIRITUAL,LA DIMENSION MONASTICA NOS CONDUCE A OTRAS DIMENSIONES MAS PROFUNDAS COMO LA CONCIENCIA DE SER "HOMO VIATUR"EN LA TEMPORALIDAD, A QUIENES LA DIMENSION CONTEMPLATIVA NOS TRANSFORMA EN "HOMO VIATUR HACIA LA ETERNIDAD.TENEMOS SED DE ETERNIDAD, ES DECIR DE AMOR;PERO AMOR DEL BUENO ,AMOR QUE HACE DECIR A SAN JUAN DE LA CRUZ, EN SU NOSTALGIA POR "EL AMADO": "MIRA QUE LA HERIDA DE AMOR,SOLO SE CURA, CON LA PRESENCIA Y LA FIGURA...YA NO TENGO GANADO Y HE DEJADO LOS VICIOS,QUE TAN SOLO EN AMAR ES MI EJERCICIO"

Vicente de Jesús Mujica Amador 


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04 marzo 2013

La Biblia y la Oración (Contemplativa) - Alfredo Neira



Apreciado amigo lector, la Cosmología o el estudio del Universo nos presenta a éste como un gran libro que podemos aprender a leer. Para abrir ese libro debemos ubicarnos en el universo y observar.

Somos como astronautas que vamos en el universo en un maravilloso viaje alrededor del sol cada año.  Nuestra nave espacial es este increíble planeta Tierra, que aún no conocemos muy bien.

Junto con los otros siete planetas y atraídos por la poderosa fuerza de la gravedad de nuestra estrella nos encontramos localizados en la galaxia Vía Láctea.  Y con 200 billones de estrellas y otros sistemas solares como el nuestro, somos remolcados por nuestra galaxia, en un viaje que dura aproximadamente 240 millones de años para completar una órbita.

En la obscuridad del universo compuesto por trillones de galaxias, nébulas y materia oscura, existe una Mente o Energía Infinita que guía la marcha del universo mediante leyes de armonía. Entre ellas se encuentra la ley de la evolución creadora, la ley del movimiento, la ley de gravitación interplanetaria e intergaláctica. Para el mundo de los seres humanos existe a ley del amor y del alineamiento con la Mente Infinita.

La Mente o Energía Infinita es un espíritu amoroso, omnipresente, inteligente e infinitamente abierto a la comunicación. Es  la Divina Sabiduría. Es muy importante entender que esta Mente Infinita no puede ser objeto directo de nuestros métodos de investigación científica que usamos hoy para ir de lo conocido a lo desconocido.  Nuestra inteligencia es incapaz de comprender a Dios.

La ciencia genuina debe estas abierta a la consideración de otras formas extrasensoriales de conocimiento que van más allá de nuestros rigurosos pero limitados métodos científicos. A la Mente Infinita no la podemos llevar a un laboratorio y someterla al análisis de  nuestros avanzados microscopios. Este hecho no da pie para negar científicamente la existencia de esa Energía Infinita. En el pasado se le manifestó a Abraham, Isaac, Jacob, José, Moisés y a las mujeres y hombres profetas de la Biblia  judía.

A los pueblos indígenas del continente americano y de otros continentes se les manifestó como el Gran Espíritu.

Finalmente se encarnó en la persona del hombre Jesús. Y le confió la misión de revelarnos y enseñarnos  quién es esa Mente Infinita, ese Santo Espíritu que habita en nosotros.

Numerosas veces cuando Jesús se refiere a la Mente Infinita se refiere a Ella como mi Padre o nuestro Padre. El Padre nos ama, es misericordioso y  nos perdona. Su amor es ilimitado para todos, buenos y malos. Su amor no es sólo para los judíos sino para todas las naciones y razas. Lo que más nos impacta de ese amor es que es para los pecadores y para todos aquellos que se consideraban malos por los contemporáneos de Jesús. No es  un Padre castigador sino amoroso y que nos sigue amando aún cuando nos separemos de él. Es un Padre que espera nuestro arrepentimiento y conversión. Lc. 15, 11-31.

Cuando Jesús comienza su ministerio público, que duró aproximadamente tres años, inicia su predicación con el gran anuncio: “Arrepiéntanse y cambien sus corazones porque el reino de los cielos se ha acercado”. Mt. 4: 17.

Al nivel de la concientización que Jesús tenía de la presencia de Dios en El, ese anuncio significaba que Dios Padre encarnado en El, obviamente estaba en medio de los que rodeaban a Jesús.  Y esa presencia se hizo patente durante los tres años de predicación con el  poder de sus obras milagrosas, incluyendo su resurrección.

Más tarde en uno de los encuentros con las multitudes que lo seguían para escuchar su mensaje, unos fariseos le interrogaron: “Cuándo va a venir el reino de Dios? Y el les respondió: La venida del reino de Dios no se puede observar, y nadie podrá anunciar, miren el reino de Dios está aquí o el reino de Dios está allí.  Porque he aquí que el Reino de Dios está dentro de vosotros.”Lc. 17:20-21. En la narración de este hecho Lucas usa la palabra griega, (entos) que significa, dentro de vosotros, en vuestros espíritus, en vuestras vidas.

Cuando Jesús hizo estas afirmaciones no se refería a algo que va a pasar después de la muerte sino a algo que ya está sucediendo ahora. El Reino de Dios está presente ahora, está dentro de cada persona en este momento. Tener el Reino de Dios es lo mismo que tener “la vida eterna” y para disipar malos entendidos como, por ejemplo, que la vida eterna es después de la muerte, Jesús afirmó categóricamente: “Pues ésta es la vida eterna: conocerte a ti, único Dios verdadero, y al que enviaste, Jesús, el Cristo.”  ( Jn. 17, 1-3). Obviamente este conocimiento de Dios y del Mesías debe llevarse a cabo en esta vida, ahora, como requisito para poderlo ver cara a cara después de la muerte.

Cuando Jesús afirma que el Reino de Dios está dentro de nosotros, no se refería a un grupo en particular o a una elite. Jesús quería decir dentro de todas las personas.  Cuando Jesús habla del amor a los enemigos está asumiendo que Dios también está dentro de los enemigos como en nosotros.

“Matar a un enemigo sería lo mismo que matar un aspecto de Dios en el enemigo y en nosotros.”

Jesús usa las parábolas como método de enseñanza

Jesús se tomó tres años en explicar la presencia del Reino de Dios en nosotros. Para El esto era tan importante que usó muchos ejemplos y parábolas para ayudarnos a entender qué  tan decisivo es para nosotros aceptar y tomar consciencia de la presencia de Dios en nuestras vidas.

Jesús estuvo hablando sobre el reino de Dios durante sus tres años de ministerio público, pero los evangelistas, por razones didácticas, presentan ciertas enseñanzas de Jesús sin tener en cuenta el aspecto cronológico. Mateo, por ejemplo, coloca ocho de las parábolas sobre el Reino de Dios en el capítulo 13 de su evangelio.

El reino de Dios es semejante a un sembrador que salió a su campo a sembrar.  Parte de la semilla cayó en el camino, otra parte cayó en terreno pedregoso, parte cayó entre espinos y malezas y fue sofocada, y finalmente alguna semilla cayó en terreno fértil y dio fruto, ciento por ciento, sesenta por ciento o treinta por ciento.  Jesús dedica una buena porción de tiempo en explicar a sus discípulos quién era el sembrador y qué era la semilla. Obviamente Jesús y sus seguidores son los sembradores y la semilla es el anuncio del Reino de Dios.

El Reino de Dios es semejante a un hombre que salió a sembrar buena semilla y su enemigo vino y sembró malezas en medio del trigo.

El Reino de Dios es como un grano de mostaza que una persona sembró en un campo. La plantita creció, muy pequeña primero, pero poco a poco fue creciendo y se hizo un arbusto grande… En esta parábola Jesús deja entrever las características de desarrollo dinámico de la presencia de Dios en una persona.

El Reino de Dios es semejante a la levadura que una mujer tomó y la mezcló en tres medidas de harina que fue fermentada.  Con este ejemplo Jesús deja entrever la importancia del contacto personal en la expansión del Reino de Dios entre los humanos. El crecimiento del Reino de Dios es dinámico. Primero crece en el individuo, por la fe, y después se comunica a otras personas.

Aquí el evangelista hace un paréntesis  para explicar porqué Jesús enseña en parábolas. Dos veces Mateo hace énfasis en que lo que Jesús está haciendo es en cumplimiento de las profecías hechas en la Biblia judía.

En los versículos 14 y 15 cita primero a Isaías y después el salmo 78. “Abriré mi boca en parábolas, y anunciaré lo que ha estado oculto desde el principio del mundo.”

El Reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que cuando una persona lo encuentra, lo esconde de nuevo y llena de gozo va y vende todo lo que tiene y compra el campo para poseer el tesoro.

El Reino de los cielos es semejante a un comerciante que busca perlas preciosas y cuando encuentra una perla de gran valor, va y vende todo lo que tiene y la compra.

El  Reino de los cielos es semejante a una red lanzada en el mar, que recoge toda clase de peces. Al sacarla los pescadores separan los que son buenos para comer de los que no lo son.

Ser conciente o experimentar la presencia de Dios en nuestro espíritu es la meta principal de un seguidor de Jesús. Esto presupone dar total credibilidad a las enseñanzas de Jesús.

Los que no creen se preocupan por lo que van a comer o con qué se vestirán.  Para un seguidor de Jesús lo más importante es: “Buscar primero del Reino de Dios y su justicia y todas las demás cosas se nos darán por añadidura”. Mt. 6: 33-34.

Horas antes de su crucifixión Jesús dedica un periodo de tiempo considerable para dar a sus apóstoles la información más valiosa sobre la presencia del Reino de Dios en nosotros.

En el evangelio de Juan, capítulos 14, 15 y 16  Jesús dice en términos muy precisos quién se va quedar con nosotros cuando El se vaya al Padre.  Yo rogaré al Padre y El les va a mandar  a otro abogado o intercesor que estará con ustedes siempre.”

“El Paráclito o Espíritu de verdad les enseñará todas las cosas y les recordará todo lo que yo les he dicho.”

“El los guiará a la verdad total.”

Después de la resurrección y pocos minutos antes de ser elevado al cielo algunos le preguntaron: “Señor es ahora cuado vas a restaurar el reinado a Israel?” Obviamente muchos de ellos no habían aún entendido que el Reino de Dios del que Jesús hablaba no era un reino de  poder militar, capaz de echar a los Romanos invasores de Palestina. Y Jesús haciendo caso omiso de su ignorancia les recalca su promesa del reinado de Dios en nuestros espíritus y les responde: “No se os ha sido dado conocer el tiempo ni la hora establecida por el Padre con su autoridad. Pero recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que vendrá sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén…”

En el evangelio de Marcos toda la predicación de Jesús
se denomina como el secreto mesiánico.  El secreto de la presencia de Dios en los seres humanos pero nosotros no lo sabíamos y esa era la misión de Jesús, dárnosla a conocer.


Jesús se pone en contacto con el Padre por la oración

 ¿Cómo ponernos en contacto con la presencia de Dios en nosotros? Cómo hizo Jesús para ser conciente de la presencia del Padre en El?

Repetidas veces los evangelistas mencionan que Jesús se  retiró a orar a solas.  A continuación incluyo varias citas que corroboran cómo Jesús practicaba la oración, meditación o contemplación.

Mt. 14:13 “Jesús se fue a un lugar despoblado para estar solo. Para orar.

Mt. 14:23 “Subió solo a un cerro a orar. Al caer la noche estaba allí solo.”

Lc. 6:12 “Subió a un monte para orar”

Lc. 9:28 “Jesús subió con Pedro, Santiago y Juan  a un cerro a orar.”

Lc. 4. Jesús cuando fue al desierto por 40 días estaba orando y ayunando y fue tentado por el Diablo.

Lc. 4:42   Cuando amaneció, salió Jesús y se fue a un lugar solitario…”

Lc. 5:16 “Pero El buscaba siempre lugares tranquilos y allí se ponía a orar.

Lc. 6:12 “En aquellos días se fue a orar a un cerro y pasó toda la noche en oración con Dios.”

Lc. 9:18  Un día se había ido Jesús a un lugar solitario para orar y estaban sus discípulos con El.”

Lc. 9:28 “Jesús llevó consigo a Pedro, Santiago y Juan, y subió a un cerro a orar. Y mientras estaban orando, su cara cambió de aspecto y su ropa se puso blanca y fulgurante.”

Lucas en el capítulo 11 de su evangelio menciona que Jesús estaba orando en algún lugar y cuando regresó sus discípulos le dijeron, “Señor enséñanos a orar.”

Basado en su práctica de orar Jesús dio la guía sobre cómo orar. Mt. 6:5-8.

“Consigue un lugar apartado, tranquilo.”

“Cierra la puerta.”

“Y ora al  Padre en secreto” (krupto) que en griego quiere decir silencio.

“No digas muchas palabras como los no creyentes lo hacen.”

Para experimentar la presencia de Dios en nosotros Jesús requiere dos condiciones: 1. Ser como niños (Mt. 18, 2-5),
2. Tener fe, (Hebr. 11, 1, y Mc. 11, 22-24).

Existe una tradición cristiana de la oración contemplativa que nos viene desde Jesús


Por la información que existe en la historia de los monasterios de Egipto y del Medio Oriente de los primeros siglos de nuestra era, sabemos que los primitivos cristianos seguían este método de oración dejado por Jesús.  En las cartas de San Pablo existen numerosas referencias que sólo tienen sentido si las ubicamos en comunidades que trataban de practicar el método de oración enseñado por Jesús.

Existen dos tradiciones sobre esta forma de orar, la oriental llamada meditación y la occidental o judeo-cristiana llamada contemplación u oración contemplativa. En ambas tradiciones se hace igual énfasis en la importancia de aprender a guardar silencio para poder escuchar a Dios que habita en nuestro espíritu.

En la tradición judeo-cristiana de la oración contemplativa por medio del silencio y la fe, nos disponemos para abrirnos al Reino de Dios presente en  nuestro espíritu.

Se da por supuesto que la posibilidad de establecer contacto, por la fe, con la habitación de Dios en nosotros se inició por el bautismo y la confirmación.  Dando absoluta credibilidad (fe) a las palabras de Jesús de que el Reino de Dios está dentro de nosotros, en cierto momento de nuestra vida debemos iniciar un cambio radical y profundo de nuestro nivel de concientización sobre la presencia de Dios en nosotros. Cuando Nicodemo fue a encontrarse con Jesús, en su mente y en su corazón llevaba una certeza absoluta de que  Dios estaba en Jesús, de lo contrario Jesús no podría  realizar las obras que hacia, según Nicodemo.

Entonces Jesús le explicó la condición fundamental para poder entrar al reino de Dios, “Nadie puede ver el reino de Dios si no nace de nuevo, de arriba.  Tenemos que nacer del agua y del Espíritu para poder entrar al reino de Dios.” Jn. 3: 3-7. En otras palabras, para experimentar la presencia de Dios en nuestras vidas.

Este cambio profundo del que Jesús hablaba a Nicodemo, San Pablo se lo recuerda a los cristianos de Roma tres o cuatro décadas después: “más bien transfórmense por la renovación de su mente. Así sabrán ver cual es la voluntad de Dios, lo que es bueno, lo que le agrada, lo que es perfecto”, Rm. 12:2.  Y a los cristianos de Corinto, en una segunda carta, “…el que está en Cristo es una criatura nueva. Para él lo antiguo ha pasado; un mundo nuevo ha llegado.” 2Cor. 3:17.

Con este método de oración en silencio, sin imágenes, concentrando nuestra mente en la presencia de Dios en nuestro espíritu, que los cristianos de los primeros siglos practicaban, los seguidores de Jesús podemos hoy beneficiarnos de lo que Pablo recomienda a los cristianos de la ciudad de Efeso. Pablo les dice que a él se le ha encomendado “esclarecer  para todos en qué forma se va realizando el proyecto secreto escondido desde el principio en Dios, Creador de todas las cosas”.  El proyecto secreto que ha estado oculto desde el principio, es que Dios está presente en nuestros espíritus, en nuestras vidas, y que ahora se hace “Emmanuel,” Dios con nosotros y  nos ama.

Y una forma muy eficaz de ponernos en contacto con la presencia Dios en nosotros, es la oración silenciosa, sin palabras ni imágenes o meditación.  Y aprendiendo a guardar  silencio en nuestra imaginación, manteniendo a ésta en control de distracciones, permitimos que Dios presente, se manifieste y que “Podamos conocer más allá del conocimiento que es el amor de Cristo … y quedar colmados hasta recibir toda la plenitud de Dios”. Ef. 3:19

Con esto, Pablo está diciendo que con la meditación en silencio y sin imágenes ni palabras, nos ponemos en otro nivel de conocimiento que transciende, que va más allá de nuestros sentidos y nuestra inteligencia.  Porque “Dios demuestra su poder en nosotros y puede realizar mucho mas de lo que pedimos o imaginamos”. Ef. 3:20.


Juan Cassian y sus libros


Esta forma de oración o meditación, practicada  por los apóstoles y los cristianos de los primeros siglos se perdió paulatinamente para la mayoría de los creyentes cristianos.   Sin embargo, se mantuvo viva y se siguió practicando por hombres y mujeres en los monasterios del desierto del Medio Oriente, especialmente en Egipto.

El conocimiento sobre la práctica de la meditación o contemplación, tal como la practicaron los padres y madres  del desierto nos fue trasmitido al Occidente por Juan        Cassian, un joven cristiano nacido en Rumania, por el año 365 y murió aproximadamente en el 435. 

Juan Cassian hablaba griego y latín y en esta última lengua escribió las Instituciones y las Conferencias. En las Conferencias discute el ideal del monje y de la oración contemplativa o meditación. Como todo joven creyente de su generación, Cassian andaba en búsqueda de las respuestas a los serios interrogantes de su época. El Imperio Romano se encontraba al borde de su desintegración política, económica y social. Este desmoronamiento imperial afectaba obviamente a todos los  creyentes cristianos.

En su afán de encontrar a Dios se encaminó a Jerusalén junto con un amigo de nombre Germánico. Ambos ingresaron a un monasterio de esa ciudad pero después de varios meses se les aconsejó que viajaran al desierto de Egipto donde se encontraban monjes cristianos de renombrada sabiduría y santidad.  En el desierto los dos amigos experimentaron la vida monacal en varios conventos y aprendieron cómo los monjes practicaban la oración contemplativa. Cassian reportó sus experiencias y largas entrevistas con varios abades sobre la oración contemplativa.

En su libro “Las Conferencias” dedica especialmente las Conferencias 9 y 10  a explicar cómo los monjes podían concentrarse, en silencio, ante la presencia de Dios y controlar las distracciones en sus largas horas de meditación y trabajo. Cassian y su amigo Germánico le piden al abad Isaac que les dé una fórmula para poderse mantener sin distracciones ante la presencia de Dios. El abad les dice que “la fórmula que va a compartirles  la recibieron desde la antigüedad de otros monjes y ellos a su vez la pasan a los pocos que estén deseosos de aprenderla.” “Para mantener el pensamiento en la presencia de Dios,” dice el monje Isaac, “deben aferrarse siempre a esta formula piadosa, “Ven en mi ayuda, oh, Dios; Señor apresúrate a rescatarme.” Sal. 69, 2.  Esta fórmula  debe repetirse mentalmente durante todo el tiempo de la oración contemplativa. John Cassian, The Conferences, p. 132.

Cassian tuvo mucha influencia en la fundación de monasterios, especialmente en San Benito quien usó el libro de Cassian  “Las Instituciones” para escribir las reglas de los monjes  Benedictinos.

En nuestra época (vivió) un monje benedictino, John Main, quien nació en 1926 y murió en 1982. Era irlandés, pero pasó la mayor parte de su vida en Inglaterra. Al descubrir en la biblioteca de su convento el libro de Cassian, Las Conferencias, tomó la decisión de compartir con los cristianos de hoy el gran regalo de vivir en la presencia de Dios. Fundó en Londres La Comunidad Mundial para la Meditación Cristiana (The World Community for Christian Meditation).  John Main y sus colaboradores continuaron la obra de la Comunidad Mundial para la Meditación en Montreal, (The World Community for Christian Meditation) en Canada.

El propósito de esta organización es ayudar a cualquier mujer, hombre o niño a aprender a experimentar la presencia de Dios en sus vidas.  La meditación no es un proceso para pensar sobre Dios. La meditación  es un proceso para aprender a experimentar, por la fe, a Dios presente en  nuestro espíritu.

John Main decía: “Para orar no tenemos que elaborar algún tipo de oración por nuestra cuenta.  Nuestra oración consiste en llegar a la presencia de Dios por medio del silencio y, por medio de la fe unirnos a la oración de Cristo  que surge del centro de nuestro corazón (espíritu) al Padre”




La meditación u oración contemplativa en las comunidades cristianas primitivas

Tenemos amplia información sobre la práctica de la oración contemplativa en las comunidades cristianas de fines del primer siglo de nuestra era.  Esto se ve muy claro en libro de Los Hechos de los Apóstoles, en varias de las cartas de San Pablo, San Juan, San Pedro y San Judas Tadeo.

Se puede afirmar que el libro de Los Hechos de los Apóstoles es una crónica sobre la acción del Espíritu Santo escrita por Lucas, autor del tercer evangelio. Esa poderosa acción de Espíritu Santo va desde Jerusalén, Asia Menor, Grecia hasta llegar a Roma.  Es el Espíritu Santo actuando con la libre y voluntaria cooperación de los Apóstoles y demás seguidores de Jesús. Los Apóstoles y algunas mujeres se reunieron después de la Ascensión de Jesús y “perseveraban juntos en la oración en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos.” Hechos 1, 14.  Esta oración consistía fundamentalmente en contemplar en silencio la presencia de Jesús resucitado en sus vidas. Ya no era el Jesús a quien ellos podían ver y tocar como sucedió durante los cuarenta días antes de la ascensión. Era una contemplación hecha con los ojos de la fe.

Un evento poderoso, que desde la ascensión, ayudaba a esos primitivos cristianos a experimentar la presencia de Jesús en sus vidas individualmente y en comunidad era la “fracción del pan,”partían el pan en sus casas y compartían la comida con alegría y con gran sencillez de corazón.” Era la celebración de la Eucaristía. He. 2, 42 y 46.

En la carta a los Hebreos, destinada a cristianos de origen Judío, que tiene enseñanzas muy valiosas para los cristianos de todos los tiempos, el autor hace la distinción entre cristianos “que se ha vuelto lentos para comprender. Ustedes deberían ser maestros después de tanto tiempo, y, en cambio, necesitan que se les vuelva a enseñar los primeros pasos de las enseñanzas de Dios. Necesitan leche y no  alimento sólido. El que se queda con la leche no entiende todavía el lenguaje de la vida en santidad, no es más que un niño pequeño.”  Hbr. 5, 11-13. 
        A este grupo de cristianos que se mantienen al nivel de ritos solamente, sin una vida espiritual de unión  con Dios, el autor contrapone a aquellos que en espíritu y en verdad mantienen una unión profunda, por medio de la fe,  con Dios que habita dentro de sus vidas. A esos el autor los llama adultos.A los adultos se les da el alimento sólido, pues han adquirido la sensibilidad interior y son capaces de distinguir lo bueno de los malo.” Hbr. 5, 14.

        Los adultos son los que están cultivando la experiencia personal de ser conscientes de que Dios habita dentro de sus vidas. La experiencia de saber que el  Espíritu Santo está dentro de ellos y los ama, les da la capacidad de renunciar a su propio yo, y son instrumentos de Dios. Esa intimidad con la presencia de Dios les permite discernir cual es la voluntad de Dios. Les permite darse cuenta qué pensamientos o acciones no están en armonía con lo que Dios quiere o con el amor al prójimo.

        El “alimento sólido” con que se nutren los cristianos adultos es  practicar diariamente vivir en la presencia de Dios, tal como lo hizo Jesús. Especialmente cuando se retiraba a orar a lugares solitarios y tranquilos después de una larga jornada de enseñanza y servicio. Para estos cristianos adultos que entrenan sus facultades con fe y que guardan silencio para poder escuchar a Dios, los sacramentos, especialmente la celebración de la Eucaristía y la lectura de las Sagradas Escrituras adquieren un valor que va más allá  de una simple práctica ritual. 
Cuando el cristiano adulto lee la Sagrada Biblia activa su fe, su tercer ojo, para ponerse en contacto con la palabra viviente que es el Espíritu de Jesús que habita en lo profundo de su corazón. Cuando el cristiano adulto recibe la Eucaristía adquiere clara consciencia de que el Dios que habita en el,  habita también en los demás hermanos reunidos en la asamblea eucarística, en su familia, en su trabajo y en los que no creen.

Los adultos, son aquellos que han aprendido mediante la oración, pero especialmente la oración contemplativa, a amar a Dios y a sus hermanos. “Si alguien me ama, guardará mis palabras, y mi Padre lo amará, Entonces vendremos a el para poner nuestra morada en el.”  Jn. 14, 23.

Otro ejemplo de esos seguidores de Jesús que son adultos, son los Cristianos de Roma. En la carta a los Romanos, capítulo 8, Pablo nos informa que en esa comunidad cristiana, existe una profunda fe en la presencia del Espíritu Santo. Esos cristianos permiten que el Espíritu Santo los guíe. Tal información es un serio indicador que ellos practicaban la oración contemplativa. “Ustedes ya no están en la carne, sino que viven en el Espíritu pues el  Espíritu de Dios habita en ustedes. Si alguno no tuviera el Espíritu de Cristo, este no le pertenecería. Pero Cristo está en ustedes…Y si el Espíritu de Aquel que resucitó  Jesús de entre los muertos dará también vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que habita en ustedes.”  Rm. 8, 9-11.  La palabra carne no se refiere a la fornicación necesariamente sino que significa toda inclinación de nuestras mentes y voluntades que no están en armonía con la voluntad de Dios o que perjudican a los demás.

El Espíritu Santo habita en nosotros, y la forma más poderosa de ponernos en contacto con el Divino Espíritu es mediante la fe y como dice San Judas Tadeo en su carta, “Oren en el Espíritu Santo.” Jud. 1, 20.  Orar en el Espíritu Santo quiere decir ponernos en silencio interior, calmar nuestros pensamientos y nuestras imaginaciones para poder escuchar la voz del Espíritu Santo.
       
        Muchos de los Cristianos de Roma practicaban  la oración contemplativa además de la oración oral. En el mismo capítulo 8 Pablo le dice a los cristianos de Roma: “Somos débiles, pero el Espíritu viene en nuestra ayuda. No sabemos cómo pedir ni qué pedir, pero el Espíritu lo pide por nosotros, con gemidos inefables. Y aquel que penetra los secretos más íntimos entiende esas aspiraciones del  Espíritu, pues el Espíritu quiere conseguir para los santos lo que es de  Dios.” Rm. 8, 26-27.

        Estas palabras de San Pablo sólo tienen sentido en el contexto de una comunidad que practíca la oración contemplativa basada en la fe. Por revelación de Jesús sabemos que el Espíritu Santo habita siempre en nosotros. Y los cristianos de Roma vivían la fe de esa gran realidad. Para ellos el Espíritu Santo era el paráclito, que en griego puede significar intercesor, abogado o interprete.  Ellos sabían que el Espíritu Santo está siempre intercediendo por nosotros e interpretándonos las enseñanzas de Jesús desde lo más profundo de nuestros corazones. Jn. 14, 26. Esa continua oración del Divino Espíritu es más poderosa que nuestras oraciones individuales.

        Por eso es tan importante guardar silencio ante la presencia del Espíritu Santo, dejar a un lado nuestros propios pensamientos e imaginaciones y con fe tener la certeza que el Espíritu Santo sabe lo que necesitamos. Mt. 6, 8.

        San Pablo cataloga también a los cristianos de la Iglesia de Corinto en dos categorías: los que viven como personas carnales y los que viven como personas espirituales o perfectos.  Los carnales, son aquellos que se dejan guiar por pensamientos y sentimientos que no estás en armonía con la voluntad de Dios. San Pablo los llama: “niños en Cristo. Les di leche y no alimento sólido, porque no estaba a su alcance, ni siquiera ahora, pues continúan siendo carnales.”  1 Cor. 3, 1-4. Da la impresión que estos carnales se conforman con los ritos externos o personalidades. Algunos de esos cristianos se declaraban partidarios de  Pedro y otros de Apolo. No se percataban del mensaje central que tanto Pablo como Apolo predicaban. Este comportamiento establecía rivalidades y divisiones que afectaban a las comunidades cristianas.

        En cambio con los perfectos o espirituales Pablo les habla de una sabiduría que no viene de este mundo. Les habla no en términos de la sabiduría humana sino si no de una sabiduría divina que viene del Espíritu Santo. “Es verdad que con los perfectos hablamos de sabiduría, pero es una sabiduría que no procede de este mundo ni de sus poderes, que están para desaparecer. Enseñamos el misterio de la sabiduría divina, el plan secreto que estableció Dios desde el principio para llevarnos a la gloria.” 1 Cor. 2, 6-7.  Este grupo de cristianos adultos son los que practican la oración contemplativa u oración en el Espíritu santo. Ese tipo de oración contemplativa es el que nos permite, por la fe, captar las realidades espirituales  que el Espíritu Santo manifiesta.  Esos cristianos adultos son los que al principio o de nuestra era y hoy en el siglo 21 tienen la “forma de pensar de Cristo.” 1 Cor. 2, 16. 
       
        Pensar como Cristo quiere decir renunciar a nosotros mismos, a nuestros propios pensamientos e imaginaciones y permitir que el mandamiento del amor a Dios y a nuestros hermanos impere en lo que pensamos, decimos o hacemos. Entonces, dice Jesús: “Mi Padre y yo vendremos a él para poner nuestra morada en él.” Jn.14.23.

        Cuando renunciamos a nosotros mismos nos hacemos instrumentos del Espíritu Santo y Dios nos usa para hacer su obra. Lo mismo que Dios hizo con Jesús. Eso significa ser un cristiano adulto. Cuando permitimos que el Espíritu  Santo actúe usándonos como sus instrumentos entonces tenemos la sabiduría que viene de Dios y no de este mundo.

        En la carta a los cristianos de la Iglesia de  Efeso
Pablo usa términos como “llegar a ser el hombre perfecto,” “alcanzar la madurez en la plenitud de Cristo,” que no tendrían sentido sino en el contexto de una comunidad que está practicando la oración contemplativa u “oración en el Espíritu Santo.” Este tipo de oración ayuda a los cristiano de Efeso a vivir en la unión con Cristo que los capacita para contribuir efectivamente en la construcción de una iglesia de piedras vivas.  Cristianos que sean capaces de compartir su fe con los que no son cristianos para que reciban el conocimiento de Cristo  por el bautismo.

        Los cristianos de  Efeso deben continuamente trabajar para lograr la perfección de un seguidor de Jesús. Por medio de los dones del Espíritu Santo y de sus carismas el
Espíritu Santo, “Prepara a los suyos para las obras del ministerio en vista de la construcción del cuerpo de Cristo; hasta que  todos alcancemos la unidad en la fe y conocimiento del Hijo de Dios y lleguemos a ser el hombre perfecto, con esa madurez que no es otra cosa que la plenitud de Cristo. Entonces no seremos ya niños zarandeados y llevados por cualquier viento de  doctrina o invento de personas astutas, expertas en el arte de engañar.”  Ef. 4, 12-15.

        Sólo siendo conscientes de la verdad  que es la presencia de Dios en nosotros, por medio de la oración contemplativa, podremos crecer hacia el hombre perfecto que se alimenta con la comida sólida de la presencia del Espíritu Santo. 

        Pablo pide también a los cristianos de Efeso que “Deben despojarse del hombre viejo al que sus pasiones van destruyendo…y renovarse por el espíritu desde dentro. Revístanse pues, del hombre nuevo, el hombre según Dios que él crea en la verdadera justicia y santidad.” Ef. 4, 22-24.

        Tanto el despojarse de la persona vieja como revestirse de la persona nueva indica un proceso continuo en el seguidor de Jesús. Ese proceso comienza con el bautismo y conocimiento de Jesús y debe reactivarse mediante la oración en el Espíritu Santo. La persona nueva es creada por Dios en verdad, justicia y santidad. Estos atributos se refieren a la presencia del Espíritu Santo en nosotros. Al renunciar a la persona vieja y revestirnos de la persona nueva mediante la constante oración en el  Espíritu Santo, permitimos que Dios nos use como instrumentos suyos. Es  Dios actuando por medio de nosotros.

        Esta disponibilidad de nuestro ser a la voluntad de Dios es la única forma de realizar el mandato de Jesús: “Por su parte, sean perfectos como es perfecto el Padre de ustedes que está en el cielo.” Mt. 5, 48. Sólo Dios es perfecto, pero al ser conscientes de su presencia en nosotros que es la verdad, la justicia y la santidad nos hacemos participes de las cualidades de Dios.

        Pablo le dice a los cristianos de Colosa, iglesia fundada por él, “ustedes se despojaron del hombre viejo y de sus vicios y se revistieron del hombre nuevo que no cesa de renovarse a la imagen de su Creador hasta alcanzar el perfecto conocimiento…Pónganse, pues, el vestido que conviene a los elegidos de Dios, sus santos muy queridos.”  Col. 3, 9-12.  Para estos Cristianos Colosenses la continua renovación interior es un proceso en continuo crecimiento. Esa renovación interna está basada en el conocimiento de Dios que solo se realiza por medio de la fe y la oración en el Espíritu Santo. En la experiencia  de la presencia de Dios.    Es un conocimiento que radica no en la inteligencia sino en el espíritu del creyente por la fe. Ese es el alimento sólido del que habla San Pablo.

        Al final de la carta a los Efesios Pablo les dice que la única forma para ser fuertes es la oración constante. “Vivan orando y suplicando. Oren en todo tiempo según les inspire el Espíritu. Velen en común y perseveren en sus oraciones sin desanimarse nunca, intercediendo a favor de todos los santos, sus hermanos.”  Ef. 6, 18. Este tipo de oración en el Espíritu, quiere decir, ser conscientes de la presencia del  Espíritu Santo por medio de la oración contemplativa, basada en la fe. El Espíritu Santo está continuamente intercediendo por nosotros desde lo más profundo de nuestros corazones. Rm. 8, 26. San Judas Tadeo recomienda también a los cristianos de todas las iglesias, “orar en el Espíritu.”

        Finalmente, a los cristianos de Tesalónica Pablo les dice en su primera carta: “Todos ustedes son hijos de la luz e hijos del día: no somos de la noche ni de las tinieblas.” Tes. 5, 5. Esta poderosa afirmación de  Pablo corresponde a las enseñanzas de Jesús de que por el bautismo los cristianos de Tesalónica recibieron la luz del Espíritu Santo y son iluminados interiormente mediante la oración contemplativa.  Así como Jesús, en quien brilla a luz del Padre  encarnado en El,  lo hace ser la Luz del mundo, los seguidores de Jesús son también la luz del mundo porque Dios está habitando en ellos. Mt.5, 14-16.

        San Juan nos enseña que Dios es luz. Y la razón por la cual nosotros somos luz del mundo es porque Dios, que es el Espíritu Santo habita en nosotros, está siempre presente en nosotros y más aún, nos ama.  Y   esa Luz verdadera ilumina a todo ser humano. Jn. 1, 3-12.  Los seguidores de Jesús tienen la obligación de hacer que esa luz brille y sea vista por los que nos rodean. Y la forma de hacerlo es pensando, diciendo y haciendo las cosas que hacen felices a nuestros prójimos. Eso es el amor. Mt.5, 15-16. Nuestro prójimo son todas las personas con quienes vivimos, nuestros vecinos nacionales e internacionales y las personas con quienes trabajamos.

        El cristiano tiene que ser consciente de la presencia de esa Luz del Espíritu Santo que habita en nosotros mediante la oración, especialmente la oración contemplativa.

        El mismo Espíritu Santo que ayudó a los Cristianos de Tesalónica, Corinto, Filipo, Roma y Efeso a ser luz del mundo en sus comunidades está presente hoy en nosotros, para ayudarnos a ser luz en las comunidades del s. XXI.






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