27 junio 2013

Sobre la indiferencia y la frialdad - Pregunta de esta semana


Un amigo tuyo que medita te dice que se siente como atorado, en una noche obscura o en un desierto árido - no se siente imspirado para meditar....  ¿Qué le dirías a tu amigo  - qué hacer con la indiferencia y la frialdad? 

Respuestas:

Sobre la pregunta de este jueves que le dirías aún amigo  yo le diría que la meditacion  es gracia pero también es arte y como tal exige aprendizaje método y pedagogía. Cuando sientas aridez piensa que puede tratarse de pruebas divinas, no hagas esfuerzos por sentir. Hazte acompañar por los tres ángeles: paciencia perseverancia y esperanza - acepta con paz lo que tu no puedas solucionar,sigue meditando aunque no sientas nada, todo pasará ;mañana será mejor.son palabras del padre Ignacio Larrañaga y siempre las tengo presente en los momentos d aridez .El tiempo de Dios no es nuestro tiempo no olvides que la vida con Dios es vida de fe.  Que Dios este con todos!

Carmen María Mejía Ramírez de España

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Respondiendo a la pregunta de ese supuesto amigo, le diría que es una gran lastima que no llegue a conocerse a sí mismo, a apreciar la paz, la dicha, el amor, la sabiduría y todas las virtudes encerradas en su interior, la gran belleza de su alma y, por sobre todo, llegar a conocer quien es el que está en centro mismo de ella.

Alejandra Duger de Villa Ballester, Prov. de Buenos Aires, Argentina
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La indiferencia y la frialdad son etapas inevitables -y me atrevería a decir, necesarias-  en el camino espiritual. Así lo muestra el ejemplo de muchos santos y personas virtuosas. Como en la vida, cuando encaminamos nuestros esfuerzos hacia una meta, tropezamos no pocas veces: suele haber dificultades que vencer, variados obstáculos; pero si la meta es valiosa, seguramente nos esforzaremos por alcanzarla a pesar de todo. El camino de la meditación nos propone una meta valiosísima: la unión con nuestro Cristo interior, y en Él con el Espíritu y el Padre. Esa unión convierte totalmente nuestras relaciones con nosotros mismos, con el mundo y con los demás, limando nuestras asperezas. De modo que una meta tal bien merece el esfuerzo por ser fieles al Camino, ESPECIALMENTE cuando sobrevienen la indiferencia o la frialdad. Es mi modesta opinión.

Juana del Valle Rodas de Salta, Argentina
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Le diría que no está solo, que escuche la voz interior que siempre lo acompaña, que respire hondo y cierre los ojos y piense en todo lo bello y reparador que existe...lo hacemos en yoga... que convoque a su mente y corazón todo lo que lo serene...la indiferencia y frialdad...no darles importancia ...tenemos más que eso! 
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Empezaria por oscultar q le llevo a esa falta de sencibilidad. Le dedicaria tiempo para combatir la indiferencia. La cual lo llevo a la frialdad. Luego ayudarlo a adquirir esas experiencias para sensibilizarlo y llevarlo al tema de la meditacion. Es trabajo misionero. Para luego evangelizarlo y guiarlo con la sabiduria del Espiritu Santo a alcanzar esa coneccion a traves de la meditacion.  Es un tesoro q Jesus Cristo ha puesto en mis manos, pues es mi amigo. Con la ayuda del Señor haremos resplandecer a este diamante para q muestre y sea
testigo de la gracia de nuestro Señor Jesus Cristo. Amen.
  
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Pienso que es normal en la experiencia de la meditación Cristiana pasar por muchos momentos de atoramiento, sequedad, nada de emociones o efluvios. Y creo que la razón es porque la meditación no se basa en sentimentalismos o sentimientos que son pasiones (cosas que pasan). La meditación es una oración  basada en la fe. La fe es la primera condición que Jesús requirió de todas las personas que se acercaron a Él para ser sanados. No solo fueron sanados de su dolencia fisica, sino que experimentaron la Salvación.
Por la fe experimentaron la presencia de Dios en ellos como la mujer que le lavó los pies a Jesús en la casa del fariseo Somón. La salvación es ser concientes  que el Dios Infinito habita dentro de nosotros.    La fe, como dice la carta a los Hebreos es la certeza de las cosas que esperamos. Esa certeza es un dón de Dios que no está sujeto a los vaivenes, o altos y bajos  de los sentimientos.  El que medita, no ve, no siente ni oye a Dios pero tiene la ceteza por el testimonio de Jesús de que Dios está siempre presnte. No importa que sintamos sequedad. El meditador sabe que su camino de vivir en la presencia de Dios es una permanente noche oscura para los ojos fisicos. Pero no para el ojo interno de la fe. Yo le llamo el tercer ojo que nos fue dado en el bautismo.
Lo importante es seguir practidcando, todos los dias, mañana y noche. Aun cuando sintamos sequedad y desierto sabemos que Dios siempre está presente. Nuestras acciones diarias de amor a los demás deben ser la expression de la presencia de Dios en nosotros.

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Creo que es gracias a estos momentos de aridez, de indiferencia y de frialdad que ha ocurrido la santidad para muchas personas.  Estos son los momentos en que vemos que no podemos y es quizás la mejor lección de humildad que aprendemos.  Cuando se nos atraviesa una noche obscura, ahi nos percatamos que la Oración no es cuestión de éxito o de fracaso; de medir nuestro progreso y darnos de latigazos si no cumplimos las metas; de percatarnos que en la Oración no estamos buscando la iluminación o la santidad o la auto-admiración. 

Por otro lado nuestros éxitos personales requieren un gran esfuerzo - como la disciplina del estudio y del trabajo; como la disciplina de alimentarnos bien y de hacer ejercicio; como la disciplina del ahorro; como la disciplina del orden y de la armonía .  Todo esto requiere un esfuerzo humano que nos da resultados y satisfacción.  Hay personas que son más disciplinadas que otras y que pueden entonces lograr esos resultados con una relativa facilidad - mientras que hay otros que les cuesta mucho trabajo - pero ambos lo hacen.

Pero en la Oración Contemplativa, como en todo tipo de Oración, participamos por la Gracia de Dios; por haber escuchado ese llamado interior a una vida más sólida; por escuchar esa campanita diaria que nos llama a la Oración; por tener un enorme anhelo de estar y ser con El, quien nos espera, quien nos acompaña, quien nos sigue de una forma sutil.  

Oramos por la Gracia de Dios y cuando de pronto nos damos cuenta de que estamos secos, indiferentes y fríos, esta es otra llamada, otra invitación, porque el gran "resultado" de una noche árida es que nos percatemos.  En esa toma de conciencia, está la invitación.

Podemos responder a esa invitación tan sui-generis lamentándonos de nuestra indiferencia espiritual; o pidiendo a otros que se pongan a rezar para que algo pase y yo me descongele; o podemos entrar a la espiral del análisis dándole vueltas inútiles a porqué me siento así.

Pero podemos quedarnos quietos un ratito y ver que ahí está Jesús haciendo su invitación a través del percatarnos de la noche obscura.  Podemos decir "borrón y cuenta nueva" y re-iniciar.  Es el momento de  re-iniciar meditando por periodos cortitos varias veces al día, retomar el camino con decisión y alegría.  Recordar que ya sabemos de qué se trata; ya hemos experimentado la alegría y la paz del Señor.  

Cambiaría yo un poco la frase de San Agustín:  ´Donde abundó el pecado (la frialdad, la indiferencia); sobreabunda la Gracia".


Lucía Gayón en Ixtapa




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Me permito recordar el hermoso poema de Amado Nervo..."no me prometiste tu sólo noches buenas,y en cambio tuve algunas, santamente serenas" de  Meditación en Paz...,
parafraseando esto...la Vida y Dios propone lo bueno...pero el hombre pasa por etapas, que tornan dificultosas sus acciones y sus pensamientos...tengamoslo presente el sortear estos embustes del destino que nos distrae de nuestros objetivos...
Buena meditación! 

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Creo que lo primero que hay que hacer es distinguir entre el desierto que inevitablemente hay que pasar para la libertad, entre la noche que antecede a la luz, y la frialdad e indiferencia que se queda al margen y que, casi como que rehuye, como que no quiere entrar en la dinámica.

La noche los místicos la ven como lugar de encuentro, como lugar de salvación:

¡Oh noche que me guiaste!,
¡oh noche amable más que el alborada!,
¡oh noche que juntaste
amado con amada,
amada en el amado transformada!  

El desierto es como lugar de paso.

Noche y desierto nos hablan de paso, de Pascua, de ir de  la esclavitud a la libertad. 

Todos hemos de atravesar la noche para ir al día. Y es en la noche donde afloran nuestros miedos, nuestros recelos, nuestro subconsciente, y donde hemos de esperar en la luz, a la luz que viene en la alborada.

Todos hemos de atravesar el desierto, que para el creyente, es el mismo desierto de las tentaciones, como las que tuvo Jesús y el Pueblo de la Alianza. Por lo tanto es un momento de Prueba, y a la vez es un lugar donde la fuerza de Dios se muestra fuerte, y ponemos en El la confianza.

Noche y Desierto son lugares para la fe, y por lo tanto todo meditador y todo cristiano ha de pasar por ello. 

En ambos estados no necesariamente han de darse la indiferencia y la frialdad.
Respecto de la frialdad y la indiferencia, se pueden dar antes de entrar en este desierto y en esta noche, o se puede dar durante este desierto y esta noche, cansado y en la rutina, como sintiendo que camina sin ilusión y sin esperanza, o pueden no darse porque se está muy motivado y movido por la fuerza de Dios.

Somos personas que no podemos dejar aparte nuestros sentimientos y nuestras respuestas emocionales, y por ello hemos de escucharlas y tratarlas, sabiendo que no son fijas y que pronto cambiará nuestro estado y seguiremos adelante.
Cuando se trata de frialdad, vencerla supone calentar, o sea motivar la fe.
Nuestra naturaleza es el amor, por lo tanto si estamos fríos ante el amor y ante el seguimiento de Jesús hemos de ver qué nos ha llevado a ello. 

Porque la mayor de las veces es por dos causas:         

Una, que hemos puesto el apetito y nuestro corazón en otras cosas, por lo que no puede entrar Dios donde ya lo ocupan otras cosas. No podemos sentir hambre de una buena alimentación y comida si estamos empachados de chucherías y comidas indigestas. Por lo tanto hay que mirar si nos alimentamos del pan de la vida       o si nos alimentamos de otras cosas que nos quitan el gusto y sabor de Dios. El amor de Dios no entra si estamos saciados de otros amores.

Otra, es que habiendo dejado amores baldíos y vacíos, estamos en una situación intermedia, de transición, donde todavía no hemos encontrado el manjar de la fe, y a su vez no queremos volver a las indigestas comidas y amores de antes. Esta ausencia es como un desierto, esta ausencia es vaciarse, y supone una purificación de nuestras anteriores            formas de amar, antes de aprender a amar de una forma nueva, que es más libre y a su vez más sana para el amado y la persona amada.

Creo que es bueno distinguir entre frialdad e indiferencia, porque el que es frío, no es indiferente, sino que su postura es de un no, y por lo tanto lo que necesita es fuego del amor de Dios para calentar esta frialdad y decir . Mientras que la indiferencia, es como que le da igual ocho que ochenta. No es ni sí ni no, sino que pase lo que pase no le importa, y esto es más difícil
de tratar, porque lo frío se calienta, lo caliente se enfría, pero lo indiferente...., lo indiferente necesita saber la gran diferencia que es vivir desde el Amor, porque no se puede ser             indiferente al amor, o es sí o es no. La postura de la indiferencia es una postura intermedia, que prefiere no tener partido, no pronunciarse y que no le afecten las cosas, pero             bajo ello se esconde una autodefensa para no optar, para no comprometerse, para no decidir sobre sí mismo y sobre su vida. Sea como sea al final la pregunta sigue estando,         y esperando su respuesta, y nosotros hemos de mostrarle que la mejor respuesta es estar de parte de Jesús quien dijo Sí, como María y los que le siguieron.

La Meditación es una manera en la que se dice sí desde dentro para emerger a todo lo que hacemos, a todos nuestros actos.


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Publicado por:

www.permanecerensuamor.com


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