18 marzo 2012

Reflexiones de Cuaresma - Inma Martí Seves

Esta Palabra, tan sugerente por su riqueza en imágenes,  me ayuda a ver lo que ha sido mi vida en diferentes momentos y lo que puede ser en adelante.
 
"Así dice el Señor Dios:
Maldito quien confía en el hombre,
y en la carne busca su fuerza,
apartando su corazón del Señor:
será como un cardo en la estepa,
no verá llegar el bien;
habitará la aridez del desierto,
tierra salobre e inhóspita.
Bendito quien confía en el Señor,
y pone en el Señor su confianza:
será un árbol plantado junto al agua,
que junto a la corriente echa raíces;
cuando llegue el estío no lo sentirá,
su hoja estará verde;
en año de sequía no se inquieta,
no deja de dar fruto.
Nada más falso y enfermo que el corazón.
¿quién lo entenderá?
Yo, el Señor, penetro el corazón,
sondeo las entrañas
para dar al hombre según su conducta,
según el fruto de sus acciones.
-Dice el Señor todopoderoso".
 
(Texto de Jeremías, 17, 5-10, que escuchamos el jueves de la segunda semana de Cuaresma)
 
Especialmente en Cuaresma la Palabra de Dios nos sitúa ante opciones, pienso que es con el fin de que tratemos de vivir en autenticidad.  Autenticidad es el fruto de un ser unificado.  Mis palabras, mis sentimientos y mis actuaciones se corresponden.
Jeremías con una gran fuerza expresiva nos ofrece esta disyuntiva.  Buscar mi fuerza en la carne/poner en el Señor mi confianza.  Incluso los verbos y los sustantivos elegidos en cada caso nos hablan de intenciones diferentes.  Buscar la fuerza significa lucha, ambición;  poner la confianza significa descanso, plenitud.
Apartar el corazón del Señor es lo más triste que pueda suceder.  Dios nos habita en lo más íntimo.  Apartar nuestro corazón de Él es como empezar a rompernos, entrar en la negatividad.  (No verá llegar el bien).
 
Echar raíces junto a la Corriente de Agua Viva es estar muy despierta, ver, escuchar.  Es darme cuenta de que esa Corriente está en mí pero no viene de mí, sino que es Gracia.  Es entrar en el Silencio y dejarme silenciar.  Es prepararme humildemente a dejar que el Amor se siga derramando en mi corazón, sin querer yo controlar nada.  Es dejarme nutrir, simplemente permaneciendo.  No querer hacer nada, aprender que es Él quien actúa.  Vivir en humildad.
 
No inquietarse en año de sequía es el resultado ver en toda realidad una oportunidad de encuentro con Dios, una llamada a discernir el paso del Espíritu.  Es haber aprendido a agradecer la Gracia. 
Dar fruto es servir al hermano.  Levantarse cada mañana preguntándome: ¿a quién puedo servir hoy?  Aprender de Jesús, que no vino a ser servido sino a servir.
¿Quién entiende nuestro enfermo corazón? El mismo Jeremías responde: "Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas, para dar al hombre según su conducta, según el fruto de sus acciones".
Según leamos estos versos, pueden producirnos cierto temor o una inmensa confianza.  Dios vive en nosotros, por su Espíritu.  Su Amor se ha derramado en nuestros corazones.  Nuestra vocación es vivir acogiendo permanentemente su Amor. Cada día acertamos y fallamos, damos y recibimos amor, sentimos ánimo o debilidad podemos herir y ser heridos, curar y ser curados.  Pero su Amor en nosotras no falla, Dios no va a venir desde fuera a darnos premios ni castigos, Él nos sondea el corazón, para que, escuchando nuestro interior, escuchando su Palabra, seamos plenamente conscientes de las consecuencias de nuestras acciones y decisiones.  Y podamos decidir cada día entre discursos desolados o actitudes de gratitud.
Con gran cariño, Inma
 
 
 
 
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1 comentario:

Lucia Gayon dijo...

Querida Inma:
Temor o confianza? La misión de Jesús es mostrarnos el camino del Amor - dejar atrás el temor - porque en El se concretiza lo esperado por milenios. El nos trae a Dios, accesible, inmanente, permanente, real, visible. Confiamos en El hoy.

Mil gracias por tu hermoso escrito, tan profundo y lleno de esperanza!